Portugalete repone las emblemáticas esculturas de bronce de los monos

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El alcalde, Mikel Torres, junto a las nuevas esculturas

El Ayuntamiento ha realizado una inversión de 13.000 euros y las figuras, de casi 80 kilos cada una, han sido colocadas con unos anclajes más fuertes para evitar que vuelvan a ser sustraídas

Portugalete repone las emblemáticas esculturas de bronce de los monos

Después de haber sido robadas hace dos años, y buscadas sin éxito, el Ayuntamiento ha repuesto las esculturas de los dos monos que recordaban al pequeño zoo que hubo en el parque Doctor Areilza en la década de los sesenta y setenta. Tal es el simbolismo de estas emblemáticas figuras que, coloquialmente, a este parque se le conoce también como ‘el parque de los monos’.

“Muchos somos los que tenemos recuerdos muy bonitos aquí de cuando éramos niños”, comenta el alcalde de la Villa, Mikel Torres, recordando a los macacos, los protagonistas indiscutibles de un parque en el que llegó a haber un jabalí, un búho, varios cisnes, patos, pavos reales y hasta un zorro, entre otros animales.

En una de las reformas integrales de este lugar, en 2009, este parque se unió al de Ellacuría, y fue entonces cuando decidieron colocar un total de siete esculturas allí para recordar esos días en los que ir a ver a los animales y darles de comer se convertía en toda una atracción para los más pequeños. Pusieron los dos monos, cuatro patos y un búho. En octubre de 2020, en plena pandemia, robaron todos menos este último.

Hechos en bronce
Realizadas en bronce, llegaron a costar en su momento unos 40.000 euros. Después de una investigación puesta en marcha por la Ertzaintza, centrándose en chatarrerías y lugares en los que se comercializan o se funden estos elementos, no lograron dar con las obras originales, y el Ayuntamiento decidió encargar unas nuevas. Al disponer ya del molde, esta operación fue mucho más económica, desembolsando en esta ocasión, aproximadamente, una cuarta parte de lo que gastaron entonces, unos 13.000 euros.

Hechos también en bronce, material “que aguanta mejor la intemperie y el envejecimiento”, apunta el alcalde Mikel Torres, cada uno pesa casi 80 kilos, y han sido colocados con unos anclajes “más fuertes”, para evitar que sean de nuevo sustraídos. Lucen el mismo aspecto que antes y están en el mismo lugar en el que antiguamente se encontraba la jaula de estos dos monos, donde en su día hubo un estanque. Allí también estaban antes los patos robados que, en su caso, no han sido instalados de nuevo.