Mencía de Avellaneda (C. 1463)

Manceba de Lope García de Salazar
Esta mujer representa al colectivo femenino que vivió bajo el poder de los grandes señores para satisfacer sus apetencias sexuales, no conociendo nada de su nacimiento ni de su muerte, y estando su historia ligada a Lope García Salazar, que la consideraba su manceba preferida. Se tiene noticias de su relación hacia 1463 y, cuando fue encarcelado por su hijo en Muñatones en 1471, permitiéndosele mantener sus mancebas, seguía con él.
Cuando las expulsó a todas menos a dos para que le cuidasen, él prefirió a Catalina de Guinea que antes había sido “trasquilada y luego desorejada” por su hijo Gonzalo, y en especial a Mencía de Avellaneda descrita como “moza y gentil”, que era con quien más frecuencia “se echaba en su cama”. Dicho hijo, Juan, también “tenía cópula carnal con cada una de ellas”, especialmente con Mencía, un motivo más de altercado con su progenitor, que temeroso de ser envenenado hacía que ella, que estaba siempre a su lado, lo probara primero.
Pasados cinco años, acordó con su hijo venir a Portugalete, donde un día que le permitieron salir a pasear acompañado con Mencía y sus dos hijos bastardos, aprovechó un descuido de sus guardianes y se encerró en la iglesia. Tras unos días en su interior se subió con Mencía a la torre, desde donde hizo la famosa proclama al vecindario desheredando a sus hijos. Tras ser sacado a la fuerza volvió a estar preso en la torre sospechando su envenenamiento, por lo que mantenía la costumbre de que fuera ella quien cocinara, pues era en quien fiaba.
Días después, comiendo Lope y su hija bastarda de Mencía, de unos 13 años, una sopa de pan, la pequeña empezó a sentir los síntomas muriendo enseguida mientras Lope lo haría horas después tras fuertes dolores, atendido por Mencía y acompañada de otras 12 mujeres como alguna hija, nuera, etc.